La canción arranca con una guitarra melódica que logra
envolvernos en una atmósfera tranquila, al igual que la de la voz de Lasya
Kolla, quien canta con una dulzura que nos suena cercana. Luego, una batería entra
en escena, golpea con la misma fuerza que el latido de un corazón. En el minuto
1:20 tenemos un cambio interesante en la sonoridad, pues después de una pausa
de un segundo la melodía se hace más dulce y constante, digan de una pieza de
pop clásico, incluso la voz de ella suena más inclinada a una balada pop en
donde nos relata su historia.
La guitarra y ella tienen un momento especial dentro del
minuto 2:50, cuando la guitarra se queda como un hermoso fondo mientras ella
interpreta con nostalgia, se siente que se apoya en este instrumento para
cantar con pura melancolía hasta que se vuelven a integrar los demás elementos.
La canción se mantiene con un sonido que transmite melancolía hasta el último
segundo.
¡Esta canción es pura melancolía!