Este tema mezcla los sonidos orgánicos y puros de la guitarra
con sintetizadores y elementos electrónicos que van creando ambientes sonoros
envolventes. Y es que no es necesario que los electrónicos exploten para
llevarnos a un universo sonoro digno de los años 80s, pues la canción se va
moviendo con una sutileza digna de una balda. Y en ese orden de ideas no
podemos dejar de lado la interpretación vocal.
Mink nos muestra un tono vocal que se siente cercano, su
tono grave y un poco rasposo suena al de un intérprete que ha pasado por muchos
momentos en el mundo de la música y la vida, y esa experiencia se ve reflejada
en cada verso que canta, pues su voz logra destacar de entre la melodía. La
producción logra equilibrar cada elemento para ser un tema que se siente como
un viaje emocional. Esta canción tiene ese toque nostálgico y luminoso que conecta
con quienes decidimos darle play a esta canción.
¡Este tema nos da solo una muestra de la nostalgia ochentera!