Este tema arranca con sonidos tintineantes que logran atrapar
y nos envuelven a medida que va pasando la canción cuando la guitarra se apodera
de la pista y los sonidos eléctricos se combinan con ellos. El tema brilla en
medio de un ambiente que podría describir, se quiere inclinar a lo místico,
pero se mantienen en un tono neutro, pues Peter Litvin nos mantiene centrados
con el sonido de su guitarra acústica.
Esta canción por momentos se siente saturada, antes de que
la calma a través de la interpretación y la guitarra se hagan presentes de
nuevo. La canción logra este efecto de hacer que muevas la cabeza a su ritmo, a
veces acelerado y otras calmado, mientras que Peter nos canta esta canción que
también parece ser un relato que necesita ser contado. Al final, la magia de la
canción radica en su equilibrio: combina energía y pausa, caos y claridad, y nos
invita a sumergirnos en su historia mientras disfrutamos de cada nota y matiz
de la interpretación.
¡En medio del caos siempre hay algo de tranquilidad!
