Este tema es una divertida narración que muy al estilo de un vibrante rock clásico, nos presentan la historia de una persona que entra a un bar en un pueblo tranquilo, con la esperanza de sentarse en un rincón, relajarse en la oscuridad y disfrutar la música de este pintoresco lugar, sin embargo poco a poco comienzan a acontecer situaciones que le impiden conseguir su objetivo; lo invitan a bailar, se desata peleas en el bar y toda esa energía tranquila y pacífica de la que gozaba hasta hace unos momentos, ahora quedó atrás y tiene que adaptarse a lo atrabancado de la situación.
El estilo vocal rasposo aporta mucha intensidad y también una honestidad palpable con la que podemos conectar inmediatamente, se siente auténtico y apasionado. Los arreglos de guitarra destacan por encima de todo, con melodías bastante pegajosas que transmiten tanto libertad como algo de rebeldía y ganas de querer ser uno mismo. Obviamente al tratarse de un tema de este estilo y que aparte hable de lo que aquí se nos narra, no podía faltar su breve pero muy energizante solo de guitarra.
Nate Currin nos trae un sonido rebelde, cálido y estimulante que sin querer nos pone a bailar.
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