Esta canción es una delicada y emotiva pieza que nos envuelve en una atmósfera cálida y nostálgico. Parte de arreglos de guitarras limpias y simples que forman una melodía sencilla pero profunda, los demás instrumentos apenas son perceptibles, lo que transmite una sensación de intimidad, como si estuviéramos escuchando a la artista en el momento en que este tema salió de su corazón. El estilo vocal me recuerda a las canciones más emotivas de Justin Bieber, con temas como Love Yourself, aunque con una instrumentación un nivel más bajo de intensidad.
El ritmo pausado, pero con matices alegres, es perfecto para la letra que según Labit, partió de la inspiración de haber crecido como una persona filipino-americana y los recuerdos de la infancia que aún se mantienen muy presentes en su mente. Se agradece que pueda compartirnos ese pedacito de su vida y lo valoramos mucho. Es una canción perfecta para escuchar con los ojos cerrados en un ambiente de total paz y tranquilidad, si te cuesta trabajo lograr esto, la canción te ayudará a ello, así que corre y conecta con lo simple pero auténtico de este tema.
Una canción que nace de recuerdos y momentos contemplativos, ideal para momentos relax.
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