Con una descarga de adrenalina pura, Pablo Iranzo nos trae su más reciente material, que si eres de esas personas a quienes les gustan los sonidos potentes y enérgicos, definitivamente te volará los sesos. Aunque cuesta trabajo definir su género en una sola palabra, podemos identificar contundentes infusiones de metal industrial, aunque también tiene una muy importante línea de sintetizadores que le otorgan un aspecto casi gótico. Es una canción que atrapara para tu atención y no te soltará hasta el final, con un ritmo implacable, muy movido que te obliga a headbangear incontrolablemente, normalmente te diría que tengas cuidado de no desnucarte pero si sucede, créeme que valdrá la pena.
Obviamente no podrían faltar las guitarras eléctricas, con su sonido distorsionado y pesado, acompañadas de un bajo profundo y aplastante, que resuena con una ferocidad innegable, lo que crea una atmósfera densa y abrumadora. En el minuto 2:00 exacto llega el puente, que incorpora un instrumento de cuerdas bastante dulce que no me atrevo a decir cuál es, pero para ser honesto me produjo un escalofrío, literalmente. En cuanto a su lírica, es una protesta con un coraje acumulado, derivado de las mentiras que se nos cuentan para mantenernos alineados y de como este sistema sacrifica a personas para no sentirse vulnerado, es un tema rebelde que te hará cuestionarte muchas cosas y probablemente te den ganas de golpear algo.
Lo más reciente de Pablo Iranzo es una explosión de sonidos pesados y melódicos, una canción para reventar bocinas.
Sí te gusta nuestro contenido síguenos a través del siguiente botón ↓↓↓↓