Desde los primeros acordes esta canción te transportará directamente a principios de los 2000, con esa energía inconfundible, pero una facilidad increíble para escucharse, característica del pop rock de aquellos días. Es un ritmo contagioso creado por guitarras cargadas de ese espíritu juvenil incomparable y la batería que marca un pulso constante. Obviamente la voz es el corazón de esta pieza, con su estilo carismático y muy fresco que transmite una actitud despreocupada y algo de rebeldía.
La producción es súper brillante y y pulcra, en general es un sonido que estalla en optimismo, pero a la vez, gracias a la letra podemos también darnos cuenta de que es una expresión de furia desahogada. La lírica toca el tema de una persona que ha sido manipulada y subestimada constantemente por una pareja, pero ahora ella se ha dado cuenta de todas las mentiras y falsedad y se lo grita directo a la cara. No diría que es un tema melodramático, más bien se siente esa emoción de sacar la frustración y una sensación de empoderamiento.
Un tema con una energía liberadora y contundente, escucha a todo volumen y salta hasta el techo.
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