Esta canción es la personificación musical de la esencia vibrante del indie rock, con un ritmo vigoroso pero muy digerible, que si bien tiene una pizca de melancolía, es la energía que transmite encapsula de manera perfecta esa dualidad que caracterizaba a este género en su etapa más temprana, hace unos diez o quince años. Contiene lo que ya te puedes esperar, como guitarras brillantes con riffs melódicos y un bajo que emite pulsaciones profundas que son como el pegamento de toda la estructura, no podíamos olvidarnos de mencionar la batería, que en ocasiones parece caótica, pero es mejor clasificarla como ágil y con golpes precisos.
Es un tema envolvente y con un sonido nítido que combina euforia y delicadeza, como si hubiera sido pensada para sacarnos una sonrisa, incluso en los días más difíciles, recordándonos la cruda realidad de que la vida sigue, pero depende de nosotros de qué forma seguirla viviendo. En este caso, tú decides sí entregarte a la parte nostálgica y recostarte a recordar el pasado, o hacerlo la parte luminosa adictiva y ponerte a bailar sin limitaciones.
